Es indudable que ante los periodos de confinamiento y aislamiento, como consecuencias de la pandemia, la sociedad en su conjunto ha modificado notablemente sus hábitos de consumo.
Restricciones de movilidad y de actividades sociales, más el impacto a nivel económico, han determinado un nuevo orden de prioridades en los consumidores. Salud, alimentación y vestimenta, encabezan por su importancia la pirámide de la demanda.
Se deduce así, que el rubro indumentaria, donde se incluyen calzados y manufacturas, sufre la afectación de este nuevo ordenamiento, con una particularidad: que son productos con valor agregado de moda. Un factor fundamental que en las últimas décadas ha dado una mayor dinámica a la planificación, producción, comercialización y consumo de calzados.
El cambio de condiciones de vida, ha relativizado este valor en función de las características de la nueva demanda.
Si bien moda y comodidad no son conceptos contrapuestos, la actualidad y sus circunstancias implican una mayor preferencia por el confort y la funcionalidad, sobre lo estrictamente estético y visual.
Liviandad, flexibilidad, versatilidad y durabilidad son algunos de los requerimientos actuales, que demandan construcciones sólidas y simples, con un uso racional de lo decorativo y ornamental. Los calzados femeninos altos y de lujo han resignado espacios para el modelaje bajo y medio, donde predominan los productos deportivos, casual y urbanos, con una estética sustentable que privilegia la funcionalidad.
Así, mercado y consumidores desafían a diseñadores, empresarios e industriales a aprovechar al máximo sus capacidades creativas y productivas para poner a su disposición los productos adecuados que el presente momento requiere.
La Dirección