La nueva paleta cromática para la temporada cálida es fiel reflejo de lo que queremos expresar como sociedad.
Dos sensaciones influyen la elección: la necesidad de aferrarnos al optimismo, mediante tonos brillantes y enérgicos, y la tan anhelada paz y tranquilidad representada por los colores pasteles, suaves y neutros.
En ambos casos, la fuente de inspiración es la naturaleza, que genera entusiasmo y esperanza, reavivando la creatividad y la imaginación.
La propuesta en su línea más radiante y luminosa, comienza con el rojo puro -fuego y cereza- acompañado por amarillos -estándar, dorado y mineral-, seguidos por verde lima vibrante, que comparte familia con el wasabi japonés y pistacho.
Otros verdes destacados son el Nilo, turquesa y verde menta pastel. Más oscuros son el aceituna y aguacate, elegantes y naturales.
Los beiges crudos, arenas y ocres resultan muy funcionales para distintos productos, por su atemporalidad y baja pigmentación. Completan esta gama el camel, almendra y canela.
Entre los marrones, las preferencias se orientan hacia los pasteles medios y transparentes. Con participación de los rojos, se transforman en terracota y óxido, utilizados en sugestivas combinaciones.
Los tonos rosas y celestes, se muestran en sus versiones “bebé”, pálidas y románticas, seguidos por lilas y lavandas.
Los grises medios, se presentan en tonos fríos como aluminio, plata y ceniza; o cálidos como elefante y taupe.
El azul transmite empatía, armonía y confiabilidad, que dependiendo de su formulación puede resultar muy elegante. Entre los principales figuran el azul Klein, persa, eléctrico y cerúleo.
Los blancos y negros continuarán vigentes, como clásicos e irremplazables, para diseños sobrios y distinguidos.
La mayor luminosidad, será puesta por los acabados metalizados, donde el plata tiene los mejores pronósticos.