La decisión del gobierno de Estados Unidos de imponer aranceles a productos provenientes de China, México, Brasil, entre otros, a cambio de exigencias puntuales, ha generado incertidumbre e interrogantes en la industria del calzado internacional.
La medida presentada como estrategia para fortalecer la producción nacional y bajar el déficit de la balanza comercial, abre múltiples preguntas sobre su real impacto en los mercados internacionales.
Estados Unidos es el mayor importador de calzado en el mundo, y depende de países como China, Vietnam, Indonesia, India, Brasil y México.
Si se implementan los aranceles, ¿qué consecuencias habrá para los fabricantes latinoamericanos? ¿Se verán obligados a buscar nuevos mercados? o ¿Estados Unidos suplirá las importaciones con manufactura local?
Se sabe, que la industria estadounidense es insuficiente para producciones masivas de calzados a precios competitivos. Y aunque el gobierno argumenta que esta política protegerá el empleo y fortalecerá la economía nacional, la realidad es que el calzado fabricado en el país sería significativamente más caro. Por lo tanto ¿está dispuesto el consumidor estadounidense a pagar más por un producto que hasta ahora ha adquirido a precios accesibles en mercados extranjeros?
Además, si China se ve afectada por estas restricciones, ¿redirigirá sus excedentes de producción a otros mercados, alterando el equilibrio global de la industria? ¿Cómo afectará esto a países productores que también son exportadores?
En este contexto, la verdadera pregunta es: ¿los aranceles buscan proteger la industria nacional o son una herramienta de presión geopolítica? La industria del calzado necesita certezas y planificación a largo plazo, pero estas medidas solo parecen generar más dudas.
La Dirección