Múltiples factores se han sumado para que los valores promedio que tenían los cueros salados en el periodo entre 2011 y 2014 de US$ 1.80 el kilo bajara a US$ 0.10 en la actualidad. Lo que significa una disminución superior al 90%, llegando a sus mínimos históricos.
La competencia de materiales alternativos, la caída en la producción de autos de lujo con tapizados de cueros, el menor consumo de marroquinería y las crecientes regulaciones ambientales para su procesamiento, son algunas de las causas que han determinado la contracción de la demanda.
Se estima que el 50% del consumo global de cueros está destinado a calzados, el 20% a la industria automotriz, el 15% a mobiliarios y el restante 15% a marroquinería.
Una nueva problemática aparece cuando la producción de carnes a nivel mundial se encuentra en aumento y el consumo de cueros empieza a declinar por los cambios de tendencias. Con una faena creciente, la sobreoferta de cueros deprime aún más su valor, a tal punto que ocasiona graves inconvenientes a los frigoríficos, que deben quemar y enterrar cueros, como desperdicios.
Dos países reconocidos productores de cueros de alta calidad, con tradición exportadora, como Argentina y Uruguay, se han visto afectados por esta realidad y se preocupan por encontrar soluciones.
En el caso de Argentina, el gobierno nacional ha desgravado las exportaciones de cueros salados, para facilitar mayores ventas al mercado internacional, pero aún no hay resultados positivos.
Las curtiembres y productores de cueros en Uruguay también sufren una compleja situación, porque por los bajos precios de los cueros para exportación, no se justifica su procesamiento ante los altos costos internos. Por tal motivo, el 80% de los trabajadores de curtiembres se encuentran licenciados con seguro de paro (quita porcentual del sueldo), hasta tanto mejoren las condiciones de comercialización.
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