La tendencia por lograr un mayor confort en el calzado, pensando en la salud de los usuarios, impulsó el desarrollo de productos que permiten un mejor calce y promueven caminar más naturalmente. Este propósito generó la aparición del concepto BAREFOOT, que se traduce como pie desnudo, que simula la sensación de caminar descalzo.
Su principal objetivo es ofrecer la menor interferencia posible entre el pie y el suelo, permitiendo que los músculos, tendones y ligamentos del pie trabajen de forma natural, como lo harían sin calzado. Esto supone beneficios para la salud de los pies y la postura general del cuerpo.
Más allá de la cuestión estética, implica un cambio estructural del calzado, que inevitablemente debe recurrir a otros volúmenes y formas de hormas.
El concepto barefoot comenzó en el mundo deportivo en Estados Unidos en torno a los años 70, donde hubo una corriente por la que decidieron correr maratones con este tipo de zapatillas.
A diferencia de las suelas gruesas y rígidas, el calzado barefoot adopta suelas finas y muy flexibles -con o sin bandas- que permiten al pie sentir el terreno y moverse con naturalidad. Esto mejora la propiocepción (capacidad del cuerpo para percibir su posición y movimiento) y fortalece los músculos del pie. Estas suelas no poseen dispositivos de control de estabilidad: carecen de elementos que busquen corregir la pisada, permitiendo que el mismo pie actúe como un amortiguador y resorte natural.
Esto significa que no hay diferencia de altura entre el talón y la puntera del zapato (zapato plano). Ambos están al mismo nivel, lo que promueve una postura más natural y equilibrada, alineando la columna vertebral y reduciendo la presión en las articulaciones. El calzado tradicional, con su elevación en el talón, tiende a alterar esta alineación. El uso de tacones suele promover dolores de espalda y molestias en la estructura ósea.
El diseño de la puntera del calzado barefoot es espacioso para permitir que los dedos se expandan y se muevan libremente, sin compresión. Esto es crucial para una correcta distribución del peso, la estabilidad y la prevención de deformidades como los juanetes o los dedos en martillo, comunes con el calzado tradicional de punta estrecha.
A diferencia del calzado convencional, que a menudo incorpora un soporte para el arco, el calzado barefoot carece de él. Esto fuerza a los músculos del pie a trabajar y fortalecerse de forma natural, en lugar de depender de un soporte externo que puede debilitarlos a largo plazo.
Se utilizan para reducir la carga sobre los pies y facilitar sus movimientos naturales. Esta característica elimina la fatiga y la tensión muscular asociada con el calzado convencional.
Suelen estar fabricados con insumos y estructuras que permiten una buena ventilación, contribuyendo a la comodidad y la salud del pie.
Al permitir que el pie se mueva libremente, se activan y fortalecen los músculos intrínsecos del pie y la pierna, que suelen estar inactivos con el calzado tradicional.
El drop cero y la mayor propiocepción fomentan una pisada más natural y una mejor alineación corporal, lo que puede reducir dolores en la espalda, rodillas y caderas.
Al promover una pisada más suave y controlada, se disminuye el impacto en las articulaciones y se reduce la posibilidad de sufrir lesiones comunes como esguinces, fascitis plantar o tendinitis.
La suela fina permite una mayor conexión con el suelo, lo que activa los nervios del pie y mejora la percepción del entorno.
El espacio amplio para los dedos en la puntera ayuda a prevenir problemas causados por la compresión, como juanetes o dedos superpuestos.
Debido a que los dedos y músculos del pie se mueven más libremente y de forma natural, se estimula la circulación.
Es importante destacar que la transición al calzado barefoot debe hacerse de forma gradual para permitir que los músculos del pie se fortalezcan y se adapten a esta nueva forma de caminar.
Estéticamente predomina el estilo minimalista, con formas que imitan la anatomía del pie, que se adaptan a los nuevos volúmenes y a la funcionalidad natural del pie. Esto evita la compresión y deformación que pueden causar dolor y problemas a largo plazo.
El calzado barefoot sigue los principios del ecodiseño, en cuanto a la mínima utilización de materiales posibles, y los menos impactantes ambientalmente. Se orienta hacia materiales sostenibles y prácticas respetuosas de fabricación.
Las capelladas cerradas o abiertas deben contemplar muchos de estos aspectos: características y composición de los materiales, la disposición de las piezas del corte, costuras y demás accesorios.
Tanto las punteras como los contrafuertes están diseñados para seguir la filosofía de mínima intervención y máximo respeto por la forma natural del pie. Esto contrasta fuertemente con el calzado tradicional, que a menudo incorpora elementos rígidos y restrictivos en estas áreas.
Las punteras son anchas y anatómicas, siguiendo la forma natural del pie, y permitiendo que los dedos se separen y se extiendan libremente. Esta es la característica más importante y distintiva, a diferencia de algunas punteras estrechas y puntiagudas del calzado convencional.
Los materiales de las punteras deben ser suaves y flexibles, que brinden una ligera protección a la parte delantera del pie.
Por su parte, los contrafuertes que forman la estructura posterior de la talonera del calzado, no pueden ser rígidos, deben ser suaves y moldeables, que permitan que el talón se mueva con total libertad. Un contrafuerte rígido restringe el movimiento del tobillo, lo que puede afectar la forma natural de caminar y la alineación de la pierna y la columna. La ausencia de un contrafuerte rígido permite que el tobillo flexione y se mueva como lo haría descalzo.
Al no haber un soporte externo que “sujete” el talón, los músculos y ligamentos del pie y el tobillo tienen que trabajar más para estabilizar la articulación, lo que contribuye a su fortalecimiento a largo plazo.
A diferencia de muchos calzados deportivos u “ortopédicos”, el calzado barefoot no incorpora dispositivos de control de estabilidad o “cuñas” en el contrafuerte. El objetivo es que el pie se estabilice por sí mismo, desarrollando su propia musculatura.
En resumen, las punteras y los contrafuertes del calzado barefoot cerrado están diseñados para ser amplios, suaves, flexibles y no restrictivos, con el fin de permitir que el pie se mueva y funcione de la manera más natural posible, como si estuviera descalzo pero con la protección necesaria.
Debido al auge que ha tomado este tipo de producto en Europa, desde la Asociación Alemana de la Industria del Calzado, anunciaron la creación de la primera feria dedicada a este tipo de calzados, que se llevó a cabo en Offenbach, cerca de Frankfurt, del 31 de julio al 3 de agosto.
El subdirector de la entidad alemana Torben Schütz dijo al respecto: “no solo recientemente, sino que llevamos varias temporadas observando esta tendencia. Si bien inicialmente este tipo de calzado solo interesaba a un grupo objetivo específico, la demanda se ha extendido a otros grupos de compradores. El interés por el calzado barefoot está aumentando drásticamente en todos los géneros y edades”.